
¿Hipocampo? ¿Amígdala? El hipocampo y la amígdala son dos partes muy importantes del cerebro. Trabajan en estrecha colaboración para ayudar a regular las emociones y la memoria. Como padres de niños pequeños, apoyarlos para que aprendan a regular sus emociones (también conocidos como crisis, rabietas, estar demasiado emocionados, etc.) es fundamental durante los primeros cinco años. De acuerdo a Dr. Joan Luby, investigador y psiquiatra de la Facultad de Medicina de la Universidad de St. Louis, el tipo de afecto cariñoso que recibe un bebé de un cuidador puede tener profundos resultados positivos sobre la funcionalidad del hipocampo y la amígdala. Los niños con cuidadores cariñosos tienen niveles más altos de volumen tanto de la amígdala como del hipocampo. De hecho, el nivel de volumen del hipocampo mostró ser al menos 10% más grande que el de los niños con cuidadores "no tan cariñosos".
¿A qué se traduce todo esto? Bueno, los niños con mayores volúmenes de estas partes del cerebro tendrán una mayor funcionalidad y control de sus respuestas emocionales y habilidades de memoria más agudas. Básicamente, una amígdala y un hipocampo saludables y nutridos se prestan a que su hijo tenga un mayor control sobre sus sentimientos. Además, esta mayor capacidad para regular sus sentimientos, con suerte, conducirá a menos crisis nerviosas y rabietas. Menos rabietas. . . ¡Darse de alta en eso!
La clave aquí es criar a los niños pequeños con una guía positiva e interacciones de crianza. Hay muchas formas, que estoy seguro de que la mayoría de los padres ya están haciendo, para continuar apoyando el desarrollo saludable de la amígdala y el hipocampo de su hijo. Algunos incluyen:
- caricias y abrazos, contacto físico
- programar tiempo especial de calidad juntos haciendo una actividad
- ser tontos juntos, reír
- hablando de emociones y sentimientos
- hacer contacto visual, escuchar activamente
- modelar respuestas apropiadas a las emociones
- atendiendo orientación positiva clases para padres
Este es mi desafío para ti. La próxima vez que sus hijos luchen contra la frustración o las emociones abrumadoras, cambie la lente en la que los percibe. En lugar de verlos actuando malhumorados, tercos o combativos, vea la situación como si su amígdala o hipocampo necesita un abrazo. Lo sé, eso suena un poco tonto. Sin embargo, cambiar su percepción le quita la culpa al comportamiento y lo lleva directamente a la fuente que necesita su atención inmediata. Su amígdala e hipocampo necesitan un abrazo cariñoso.