
A menudo he mirado a los ojos de mi hija de 7 meses y me he preguntado qué estaba pasando en ese pequeño cerebro suyo. Cuanto más he leído e investigado, más he aprendido... ¡bastante! La ciencia y los estudios muestran que los primeros cinco años de vida es cuando el cerebro crece más rápido. Es un mundo completamente nuevo para estos pequeños y están descubriendo y aprendiendo cosas todo el tiempo.
Mi hija mira alrededor de la habitación con curiosidad. Alcanza los juguetes que tiene a su alcance, mira más tiempo y se enfoca más en cosas nuevas que no ha visto antes. Se lleva casi todo a la boca para ver si se puede comer. Reconoce y sonríe a las personas importantes en su vida (mamá, papá, hermano y familia) y, a menudo, tarda en acostumbrarse a personas nuevas que no ha visto antes. Así es como ella aprende y así es como construye las conexiones esenciales que su cerebro necesita para funcionar en nuestro mundo.
Como papá, juego un papel muy importante en el desarrollo de este cerebro al relacionarme con ella. Hablar con ella y hacerle preguntas, aunque no dé muchas respuestas verbales, la expone al lenguaje y modela el ir y venir de la conversación. Etiquetar los juguetes y las cosas que ve con sus nombres ayuda a desarrollar el vocabulario y la ayuda a comenzar a clasificar las cosas en categorías. Colocar juguetes en su visión, pero fuera de su alcance, obliga a su cerebro a resolver problemas y tratar de encontrar una manera de decirle a su cuerpo cómo moverse para lograr alcanzar el juguete.
Los primeros años son críticos para el rápido desarrollo del cerebro de un bebé. Es mi trabajo como papá hacer todo lo posible para alentar y apoyar este desarrollo ofreciéndole nuevos desafíos para ayudarla a aprender y crecer. ¡Estas experiencias y desafíos no solo son excelentes para el desarrollo del cerebro, sino que el tiempo de vinculación con mi hija también es increíble!
Para obtener más artículos de este autor, consulte su blog en ¡Esto es la paternidad!